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lunes, 30 de abril de 2012

Arquitectura de Madrid (Primera Parte)


Nota: Al ser un tema bastante amplio (ya que abarca varias épocas históricas), he decidido subdividirlo en tres partes. 

La arquitectura de Madrid es el conjunto de estilos arquitectónicos  y constructivos que, a lo largo de la historia de Madrid han ido apareciendo en la ciudad. La arquitectura madrileña supone ser una parte importante de la arquitectura española, y refleja una parte de su evolución. El carácter propio de los estilos arquitectónicos madrileños comienza en el siglo XV. La decisión de Felipe II de convertir la ciudad en capital de España convierten a la ciudad en un espacio constructivo para instalar la corte, el poder  estatal y las diversas órdenes religiosas. La arquitectura se convierte, de tal modo, en una forma de plasmar las ambiciones políticas de una época. Se comienzan a desarrollar planes urbanísticos que regulan su crecimiento. La posición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la evolución de la arquitectura madrileña es importante hasta que, en el siglo XIX se crea la primera Escuela de Arquitectura.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX Madrid no es capaz de encontrar un estilo arquitectónico propio, causando el surgimiento de la arquitectura ecléctica. La aparición de nuevas necesidades arquitectónicas a comienzos del siglo XX, con la aparición de grandes almacenes, oficinas, entidades bancarias y la necesidad de establecer nuevos sistemas de comunicación, hace que surjan nuevos edificios en Madrid.






Los primeros asentamientos en Madrid datan del pleistoceno medio. La organización de estas primitivas sociedades madrileñas, desde el punto de vista arquitectónico no se diferencia de otras de la península ibérica. A comienzos del siglo VIII el grado de decaimiento, abandono y reutilización de las antiguas ciudades romanasera muy habitual. . La llegada de los musulmanes hizo que la arquitectura Al-Andalus fuera un punto de ruptura con todo lo anterior.


La ciudad es mencionada por primera vez en un texto del siglo XIV, mencionada como una ciudad notable del Ad-Andalus, aunque ya existe una ciudad, en el siglo IX con su muralla defensiva. Dicha muralla se construye entre los años 852 y 886, y en la actualidad pueden verse algunas secciones de la misma: Torre de los Huesos, algunos restos del parque Mohamed I y la Torre de Narigües. Una de las puertas de dicha muralla fue la Puerta de la Almuneda. La existencia de oficios relacionados con la construcción van en crecimiento durante este período, algunos de ellos son adoberos, tejeros y alfareros. 


Durante el reinado de los Reyes Católicos la ciudad construye edificios de carácter administrativo. Una de las primeras disposiciones municipales es el adoquinado de algunas calles. Durante este período la construcción quedó monopolizada en los mozárabes, en profesiones especializadas, llamadas alarifes. El primer Monasterio construido en la ciudad será el Monasterio de los Jerónimos, el cual se instala cerca del río Manzanares, junto al camino del Pardo, aunque, debido a las condiciones insalubres se lo trasladó al sector oriental de la Villa junto al arroyo Valnegral. La ubicación del Monasterio dará lugar a sucesivas ampliaciones dedicadas a las estancias reales, hasta que, en el siglo XVI se convierte en el Palacio del Buen Retiro.






Durante el reinado de Carlos I (1515 - 1556) se desarrollan una serie de mejoras y ampliaciones en el Alcázar. Es en este período cuando la ciudad comienza a crecer. El responsable del desarrollo de las nuevas trazas del Alcázar es el arquitecto Luis de Vega. Dichas obras se extenderán hasta el reinado de Felipe II. Se edifica el Palacio del Teosorero Real y la Casa de Cisneros. El Palacio del Pardo, ubicado en el Real Sitio del Pardo se convierte en una casa de estancia real. Uno de los palacios que se comienzan a construir es La casa de las siete chimeneas (1577), obra de Antonio SilleroBastante alejado del centro urbano se construye el Convento de Agustinos Recoletos.


Una de las primeras obras de Felipe II en Madrid fue la renovación de La Plaza del Arrabal, cerca de la Puerta de Guadalajara. Uno de los principales arquitectos reales a principios del reinado de Felipe II es Juan Gómez de Mora. Éste construye, en las cercanías de la Plaza Mayor la sede para la Sala de Alcaldes de la Casa y Corte (actual Ministerio de Exteriores). Felipe II decide llevar a Madrid el estilo de los chapiteles de pizarra, muy populares en la arquitectura holandesa de la época. Estas cubiertas tuvieron gran difusión en la arquitectura castellana, sobre todo en la mdrileña de los siglos XVII y XVIII.


El arquitecto Juan de Herrera inicia las obras del Puente de Segovia, dando paso a la primera entrada monumental a la ciudad. Gracias a Felipe III y su primer ministro, el Duque de Lerma, la ciudad se convirtió en una urbe cortesana. Durante ese período se desarrolla el ubanismo de la ciudad en torno a la Plaza Mayor. Durante su reinado se realizan numerosas construcciones en la ciudad. Se construye, junto al Alcázar, el Real Monasterio de la Encarnación. El Palacio de Uceda se ubica en la calle Mayor, y de esta época también data el Convento de las Carboneras del Corpus Christi.


Durante el reinado de Felipe IV se finalizan las obras del Palacio del Buen Retiro. Entre los edificios religiosos construidos en aquella época podemos mencionar el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús y la Iglesia de San Antonio de los Portugueses, como parte del hospital homónimo. 








El período barroco se desarrolla entre el siglo XVII hasta el siglo XVIII. Durante el último período existió una coexistencia entre el barroco de origen extranjero y aquel puramente madrileño, que se reproducirá en los grandes edificios de la ciudad de coomienzos del siglo XX.. Una de las primeras construcciones barrocas de la ciudad es la Iglesia de San Isidro diseñada por Pedro Sánchez. Es el arquitecto Pedro de Ribera que construye el Puente de Toledo. Este mismo arquitecto será también el responsable de construir algunos palacios de Madrid, como el Palacio de Miraflores (1730- 33), el Palacio del Marqués de Ugeda (1730 - 34) o el Palacio del Marqués de Perales (1734), mientras que, entre los templos religiosos, cabe mencionar: Monserrat (1720), el Hospicio de San Fernando (1722) y San Cayetano (1722). 


Durante el reinado de Fernando VI se finalizan las Salesas Reales, obra de Francisco Carlier. En esta época se establece la Real Academia de San Fernando no solo como academia formadora de arquitectos, también cumplía función de jurado permanente sobre las obras artísticas realizadas en Madrid. Su peso y poder en tal sentido se prolongará hasta comienzos del siglo XX.


La entrada de Carlos III supuso un hito en la arquitectura madrileña, siendo Francisco Sabatini se convirtió en el arquitécto de cámara de la corona. Entre sus obras se cuenta la Puerta de Alcalá, la Real Casa de la Aduana, la Real Casa de Correos, la Basílica de San Francisco el Grande y el Palacio de Godoy. El período neoclásico aparece en su mayor esplendor cuando Juan de Villanueva regresa a Madrid. Una de las obras que realizó fue el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico y el Edificio del Museo del Prado.


Entre los arquitectos más representativos de esta época podemos mencionar a Manuel Martín Rodriguez, Juan Antonio Cuervo, Antonio López Aguado y Silvestre Pérez entro otros. Se sabe que, en 1809, existían en Madrid medio centenar de arquitectos y maestros de obra, y un número considerable de personas que, sin haber pasado los exámenes correspondientes, (llamados, comunmente, intrusos) trabajaban como arquitectos.

















lunes, 23 de abril de 2012

Elementos Arquitectónicos: La Cúpula


La cúpula es un elemento arquitectónico que se utiliza para cubrir un espacio de planta circular, cuadrada, poligonal o elíptica, mediante arcos de perfil  semicircular, parabólico u ovoidal, rotados respecto de un punto central de simetría.


La superficie de una cúpula puede adoptar distintas formas según el método constructivo y las tradiciones formales, variando en la función de la forma de planta  y el perfil de acuerdo a la cónica utilizada:

  • Semiesférica, que es la forma más simple desde el punto de vista constructivo 
  • Semi elipsoide de planta circular, utilizada en las cúpulas rebajadas
  • Semi elipsoide de planta elíptica, adecuada a espacios rectangulares
  • Semi paraboloide de planta circular, permite cúpulas más estilizadas aliviando la percepción formal del edificio
  • Semi paraboloide de planta elíptica
  • Semi hiperboloide de planta circular, también más esbelta, mejora el comportamiento estructural al reducir los empujes horizontales
  • Semi hiperboloide de planta elíptica

La base sobre la cual se apoya la cúpula puede consistir en muros continuos o en arcos sobre pilastras. Cuando la base es cilíndrica, la cobertura del espacio resultante puede construirse mediante una cúpula simple, en otro caso la cubierta se convierte en una cúpula de gajos (gallonada).Para resolver la transición entre la base circular o elíptica de la cúpula y la forma cuadrada o poligonal del basamento, se utilizaron frecuentemente elementos de transición como trompas o pechinas. Entre la cúpula y los elementos de transición suele interponerse un tambor cilíndrico o cimborrio, por lo general perforado con ventanas, que posibilitan la iluminación del espacio interior.

Uno de los métodos constructivos más simples y antiguos consiste en levantar hiladas sucesivas de mampuestos, cerrándose sucesivamente hacia el centro. Este sistema es antiquísimo, y permite cubrir espacios de diámetro relativamente pequeño.  A veces, la colocación de los mampuestos sigue un patrón en espiral, tal como lo han venido empleando los esquimales para la construcción del iglú.


Las cúpulas verdaderas están conformadas por piezas llamadas dovelas con una clave (Dovela central de un arco o una bóveda, de mayor dimensión que las demás. Suele estar decorada por razones más bien estéticas) superior que equilibra los esfuerzos en forma similar a lo que se requiere en un arco o una bóveda, solo en tres dimensiones.







Para permitir un óculo central que de paso a la luz exterior o (como sucede muy a menudo) una linterna con el mismo objetivo, la clave puede reemplazarse por un anillo superior de piezas que resistan en conjunto los esfuerzos de comprensión. Este aro superior se constituye frecuentemente en aleaciones como el bronce, para asegurar su estabilidad y durabilidad.


El problema más importante de los constructores de cúpulas anterior a la Revolución Industrial fue hallar materiales con resistencia a la tracción para contrarrestar los esfuerzos horizontales en la base de la cúpula que, por su forma, tiende a abrirse. La solución clásica consistió en contrarrestar tales esfuerzos mediante contrafuertes pesados  de obra, después por otras cúpulas y semicupulas que ayudan a llevar los esfuerzos a sitios menos visibles (como, por ejemplo, en Santa Sofía de Constantinopla), y que en el gótico se remplazaron por arbotantes. Posteriormente se contrarrestaron los esfuerzos horizontales mediante un zuncho, generalmente de acero en la base, funcionando como tracción, pero con interesantes variantes, como, por ejemplo, en la Catedral de Puebla, donde se utilizó como material un trenzado de tripas de caballo por su mayor flexibilidad y resistencia.


Desde los albores de la civilización se construyeron cúpulas falsas con materiales variados, incluyendo las cubiertas tradicionales (aun en uso) de las jurtas de Asia central, de los iglúes esquimales, los trulli del sur de Italia, y los nurhagi en Cerdeña. Con el creciente uso de habitaciones en forma rectangular, este tipo de cubiertas quedó circunscripto a la arquitectura funeraria.


El uso de la cúpula fue poco común en la Antigua Grecia, y hasta el Imperio Romano no se comienza a levantar las primeras cúpulas verdaderas. Los más grandes complejos termales y palacios romanos incluyeron cúpulas como cubiertas.


La cúpula del Panteón es semiesférica, formada de hormigón con cascotes de tufo y escoria volcánica. También se utilizaron ladrillos bipedales en capas horizontales, a modo de anillo. Fue la mayor cúpula construida en su época, con sus 43,44 metros de  diámetro, coronada por un amplio óculo de 8,9 metros que llena de luz el espacio interior. La estabilidad estructural se logró mediante el uso de hormigón, forrado en opera latericia, característica de la arquitectura romana, y diversas técnicas de aligeramiento del peso propio, sea mediante reducción progresiva del espesor de la cúpula, o el reemplazo del travertino por piedra pómez en las zonas superiores. La cúpula romana y su derivada paleocristiana, se construyeron casi siempre sobre un cimborrio en forma cilíndrica o de prismas de base cuadrada, octogonal o dodecagonal. 






El imperio bizantino heredó de la capacidad tecnológica romana la técnica constructiva de cúpulas y evolucionó hasta lograr imponer la estructura sobre un cubo, mediante el uso de elementos arquitectónicos  como la pechima, derivada de la trompa, una bóveda cónica usual en la arquiyectura romana.


El principal ejemplo del período es Hagia Sophía de Constantinopla, actual Estambul, construida en el siglo VI bajo el reinado del emperador Justiniano I. Cubre  un espcio rectangular  de 77 por 71 metros. Con un diámetro de 31,87 metros y una altura de 56,60 metros. No posee cimborrio y su apoyo mediante cuatro pechinas y cuarenta contrafuertes perimetrales separados por ventanas, más la combinación interior del juego de luces con los mosáicos típicos del arte bizantino, dan una sensación de ingravidez  e inmaterialidad.


La cúpula, junto a la columna y el arco, constituyó el elemento arquitectónico principal del arte islámico. Heredó de Roma, a través de la evolución paleocristiana y bizantina, el significado cosmológico de la bóveda celeste, completado generalmente por el motivo decorativo interior del árbol de la vida, que se representa invertido, siguiendo la creencia islámica de la simetría perfecta entre tierra y paraíso.


Uno de los ejemplos más relevantes y tempranos es la Cúpula de la Roca en Jerusalém, construida entre 687 y 691. La cúpula, con un diámetro de 21,37 metros, descansa sobre un tambor cilíndrico que sirve de transición a la base octogonal. Cada uno de los vértices del octógono están orientados según los puntos cardinales y el extradós está cubierto por láminas de cobre pulidos y dorados que reflejan los rayos solares, convirtiéndolo en uno de los edificios más bellos de dicha ciudad.


La típica cúpula acebollada de las iglesias ortodoxas rusas parece tener su origen nativo a partir de influencias pre mongoles, con ejemplos constructivos a partir del siglo XII, en tanto, la arquitectura mongol y el estilo difundido en Asia por el Islam presentan sus primeros ejemplos recién en el siglo XV: El ejemplo más conocido  lo constituye la Catedral de San Basilio, construida entre 1555 y 1561 por orden de Iván el Terrible. Coronada por un total de diez torres acebolladas, la catedral ha sido desde su creación un símbolo de Moscú.








Durante el medioevo, en Europa Occidental se pierde gradualmente la capacidad de construir grandes cúpulas, fundamentalmente por la dificultades técnicas que suponía edificar andamiajes cada vez más altos y resistentes, como forma de soportar la cúpula en construcción hasta su cierre estático mediante una clave.


El importante desarrollo urbano acontecido después del milenio, permite la rápida difusión de esta técnica, y en consecuencia vuelven a construirse edificios abovedados y con cúpulas. A partir de ese momento, las principales construcciones dotadas de cúpulas se construyen sobre naves basilicales, denominadas duomo.


En una competencia por crear edificios cada vez más grandes, altos y majestuosos, se inicia la construcción, en Florencia, de la Catedral de Santa María del Fiore, previéndose desde el inicio el coronamiento de los ábsides mediante una gran cúpula. 


Cuando el arquitecto Francisco Talenti amplió en el siglo XIV la planta de la catedral, nadie sabía como construir aquella cúpula. Fue Filippo Brunelleschi, durante la primera mitad del siglo XV, quien luego de estudiar la arquitectura romana diseñço una solución que evitaba el uso de andamiajes internos. La solución consistió en construir dos cúpulas, una dentro de la otra, que se sostenían hermanadamente a través de una estructura de refuerzos a la vista.


La solución de Brunelleschi fue la inspiración directa de Miguel Ángel cuando tuvo que diseñar una cúpula para el proyecto más importante del Renacimiento tardío, la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Creó una majestuosa cúpula circular que domina la ciudad de Roma. Las robustas costillas descargan el peso de la estructura permitiendo un mejor control de la forma y el volumen.






Las cúpulas barrocas más notables en el norte de Europa fueron construidas en París y en Londres. Jules Hardouin-Mansart diseñó en 1670 la iglesia Saint Louis des Invalides en Los inválidos de París, por encargo de Luis XIV. Su cúpula, de 24 metros de diámetro, se eleva sobre dos cimborrios inusualmente altos, perforados por grandes ventanas que permiten un interior resplandeciente de luz.


La cúpula de Christopher Wren para la Catedral de San Pablo en Londres (1676), incorpora una cúpula hemisférica interior de 30,8metros, una estructura cónica de mampostería como sostén de la elevada linterna, y una delgada cúpula exterior sobre estructura de madera.


En el neclasicismo, la cúpula de San Francisco el Grande en Madid (Francisco Cabezas, Antonio Plo y Francisco Sabatini, 1761-1770) tiene 33 metros de diámetro, mientras que, la del Panteón de París (obra de Jacques Germain Soufflot, construido entre 1774 y 1790) cuenta con 27 metros.


El desarrollo tecnológico del siglo XX modificó de forma radical el criterio constructivo de las cúpulas. La cúpula geodésica, patentada en 1947 por el arquitecto e inventor estadounidense Richard Buckminister Fuller, consiste en la yuxtaposición de módulos livianos tridimensionales que generan estructuras muy estables.


La generación topológica de las cúpulas geodésicas se basa en el Teorema de poliedros de Euler. 


Las innovaciones en el diseño de cúpulas de hormigón armado, introducidas por el arquitecto italiano Pier Luigi Nervi, a partir de la década de 1960, permitieron la cobertura de grandes luces mediante losas casetonadas y encofrados perdidos.


Los avances espectaculares en la tecnología del acero desde finales del siglo XIX, han permitido asimismo la cobertura de grandes espacios sin apoyos intermedios, inclusive en estadios deportivos. Se utilizan sistemas de cables tensores, estructuras reticuladas tridimensionales y disposiciones estructurales basadas en catenarias.






viernes, 20 de abril de 2012

Palais de Versalles





El palacio de Versalles es un edificio que desempeñó las funciones de una residencia real en siglos pasados. Su construcción fue ordenada por Luis XIV, y constituye el complejo arquitectónico más importante de Europa.

Con sus tres palacios, sus jardines y su parque, Versalles es un dominio inmenso. Si bien Luis XIII hizo edificar allí un pabellón de caza con un jardín, Luis XIV es su verdadero creador, ya que le dio su amplitud y determinó su destino. Luis XIV decidió dejar París y construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas. Su construcción se divide en tres etapas, ellas son:

  • Primera etapa (1661 - 1668): Al palacete de caza original de Luis XIII se le agregaron dos alas laterales que, al cerrarse, conforman la plaza de armas. Son fachadas de ladrillo, y unifican la cubierta usando la pizarra y las mansardas.
  • Segunda etapa (1668 - 1678): Luis XIV pretende trasladar definitivamente la corte a Versalles. Añaden las dos alas laterales para dar prioridad al jardñin, realizado por André Le Nôtre. La fachada que da al jardín está construida según el modelo italiano.
  • Tercera y última etapa (1678 - 1692): E esta ampliación se construyó la capilla real. Situada en el ala norte del palacio fue construida en dos alturas.
El jardín de Versalles es clasicista, ordenado, racionalizado. Con el paisajismo se obliga a la circulación. Crea una organización que relaciona todas las esculturas y fuentes, ensalzando aquella monarquía. 

Tres siglos después de su creación el dominio sigue siendo considerable, pues cuenta con 800 hectáreas, 20 kilómetros de caminos, 200.000 árboles, 35 kilómetros de canalizaciones, 11 hectáreas de techumbre, 2153 ventanas y 67 escaleras. El conjunto del Palacio y jardines de Versalles, incluyendo el Gran y el Pequeño Trianón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.

El origen de este palacio está en un pabellón de caza construido por Phillibert le Roy para Luis XIII. Luis XIV lo utilizó inicialmente para retirarse a el con su favorita fuera de los comentarios de la corte. No obstante, se vio atraído por este paraje y realizó tres ampliaciones, que coincidieron con momentos personales y políticos, hasta que, en 1710 concluyó la primera gran reforma que le proporcionó el aspecto actual, aunque con algunas diferencias. 




La primera reforma supuso el embellecimiento del patio central, así como la construcción de nuevos pabellones para invitados, establos y cocinas. La segunda ampliación fue más importante, y, tras desechar la idea de demoler el palacio primitivo para la construcción de uno nuevo, se optó por conservar la parte original del palacio  (el patio de mármol), haciendo una especie de envoltura de los mismos hacia los jardines. La tercera y última ampliación fue la mayor de todas y supuso triplicar la superficie del palacio mediante la construcción de dos alas laterales, así como la reconstrucción de la fachada al parque construida anteriormente. El resultado fue un palacio con una longitud de casi 500 metros.

La distribución interior ha cambiado durante los siglos. La decoración original corrió a cargo de Le Brun, el cual le confirió un aspecto triunfal. La obra cumbre de Le Bun en el palacio es la denominada Galería de los Espejos, escoltada por dos salones no menos importantes, el salón de la guerra y el de la paz. Esta galería ocupa el cuerpo central de la fachada del parque. Las salas más importantes son las estancias de estado, dedicadas cada una a un planeta y a una correspondiente divinidad de la antigüedad, destacando las de Venus, Diana y Hércules, decorados con mármoles policromos.

Una de las obras maestras perdidas es el primitiva y grandiosa escalera de embajadores que se fue deteriorando con el paso del tiempo y que con el elevado costo de restauración, en el siglo XVIII se optó por demolerla y sustituirla por otra de escaso o nulo interés. Más actuales son los aposentos interiores del rey, de carácter privado, mientras que los aposentos de la reina están tal cual los dejara María Antonieta, destacando la escalera de la reina que conserva la decoración original de mármoles y trompe-l'oeil. 




Los aposentos del delfín, en la plantra baja, son un prodigio de finura decorativa, ya que están decorados con exquisitos boisieres policromos, como los de la biblioteca o del gabinete interior de la delfina. En el ala norte lateral destacan la capilla palatina y la ópera de una enorme belleza y que aun hoy siguen utilizándose. En el ala sur, y ya en el siglo XIX, el rey Luis Felipe construyó la galería de las batallas, en la que se hace un repaso de la historia de Francia a través de diversos artistas. A lo largo del palacio existen otros muchos salones  y cuartos que no desmerecen el conjunto.

En cuanto al parque, nos encontramos con otra obra maestra. Los jardines concebidos como una extensión de las salas del propio palacio son de estilo francés y muestran el triunfo del hombre sobre la naturaleza, dominándola y obligándola a desarrollarse donde y como deseaba la voluntad humana y que a medida que se aleja del palacio del rey, se le va dejando mayor libertad, hasta llegar a la naturaleza salvaje en el extremo del conjunto. Dentro del parque se encuentran infinidad de fuentes, como la de Ceres o la de los baños de Apolo. Existen asimismo dos pabellones de especial belleza, el Gan Trianón y el Pequeño Trianón, construidos por Luis XIV y Luis XV para sus favoritas.

El palacio de Versalles se convirtió en el modelo a imitar por todas las cortes de Europa. De hecho, algunos soberanos ante la imposibilidad de igualar Versalles, optaron por reconstruirlo en sus países, creando réplicas casi exactas, como, por ejemplo, Luis II de Baviera. Actualmente el palacio se utiliza en determinados eventos de Estado, siendo, además la sede de la Asamblea Nacional Francesa, que se reunen en él para los grandes temas de estado como las reformas constitucionales. 






viernes, 13 de abril de 2012

Brasilia




Brasilia, capital federal de Brasil, es la sede del gobierno del Distrito Federal, localizada en la parte central del país. Tiene una población de 2.562.936 de habitantes según las estimaciones del censo de 2010, y es sede del gobierno federal. Algunos de sus edificios gubernamentales son: Palacio de Planalto (sede del poder ejecutivo), el Supremo Tribunal Federal de Brasil, y el Congreso Nacional de Brasil, obras del arquitecto Oscar Niemeyer.

La construcción de la ciudad comenzó en 1956, siendo Lúcio Costa el principal urbanista y Oscar Niemeyer el principal arquitecto. En 1960 se convirtió oficialmente en la capital del Brasil. Junto a Putrajaya (la capital administrativa de Malasia) y Naypydaw (nueva capital de Birmania) es una de las ciudades capitales de más reciente construcción en el mundo. En 1987 la Unesco declaró a la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, siendo la única ciudad construida durante el siglo XX en recibir tal honor.

En 1716 el Marqués de Pombal menciona, siendo el primer registro histórico, la necesidad de interiorizar la capital de la entonces colonia portuguesa de Brasil y establecer una sede administrativa lejos de la costa del Océano Atlántico. Años después, en 1821, el líder independentista José Bonifácio sugiere el nombre de Brasilia para una futura capital brasileña.

La idea de edificar la nueva capital en las regiones del interior había sido incluso recogida en la primera Constitución republicana de 1891 en el siglo XIX. Brasil previamente tenía dos ciudades capitales: Río de Janeiro y Salvador de Bahía, situados en la costa atlántica y vinculados desde antiguo al poder colonial portugués. Al trasladar la capital hacia el interior, el gobierno de Brasil pretendía ayudar a poblar aquella zona del país, atrayendo habitantes de las zonas más pobladas, mediante el traslado de la administración pública hacia las áreas rurales.







El primer paso para la construcción de una nueva capital en el interior del país fue la selección de la ubicación de la nueva ciudad, para la cual se eligió, a mediados de 1956, una extensa meseta en la zona sureste del estado de Goiás. Las obras de construcción se iniciaron el 23 de octubre de dicho año, y conforme se concluían los edificios administrativos, diversas entidades gubernamentales (y sus integrantes) se trasladaban a la nueva ciudad. El arquitecto Luicio Cósta ganó el concurso para el diseño de la nueva urbe, siendo el principal urbanista de la ciudad. Oscar Niemeyer, uno de sus amigos más cercanos fue el principal arquitecto de la mayoría de los edificios públicos, mientras que Roberto Burle Marx fue el paisajista. 


La idea de Lucio Costa se basa en el esquema más antiguo que se conoce: la cruz. Creó dos direcciones principales, una urbana y la otra destinada al tráfico, que marcan una clara distinción entre la zona ejecutiva y la residencial.


En la dirección que va desde la Plaza de los Tres Poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) a la estación de ferrocarril, se encuentran la catedral,los ministerios, los bancos, los edificios comerciales, los sectores recreativo-culturales, con el centro televisivo y deportivo, y finalmente la plaza municipal y los cuarteles.


Los barrios residenciales, dispuestos en franjas a lo largo del eje longitudinal, ligeramente curvo, aparecen como una sucesión de cuadrados en los que se incluyen, además de los edificios para viviendas, una escuela elemental, un liceo o colegio, una capilla, un mercado y un supermercado, la agrupación de cuatro cuadrados constituye un barrio.






En la franja exterior de esos cuadrados de la zona residencial se encuentra la ciudad universitaria, y las embajadas, y más allá de éstas, las casas individuales, la estación de autoservicio, el yacht-club, el campo de golf y la residencia privada del presidente. Las zonas externas de las alas residenciales se destinan al jardín botánico y al parque zoológico , además de espacios para campos de equitación  y otros para la celebración de ferias. 


La imagen de esta ciudad enorme, no congestionada, cuya amplitud transmite al visitante la concepción de un tiempo y de un espacio que se van más allá de nuestras dimensiones habituales. Proyectadas hacia el futuro, tales dimensiones solo nos parecen comprensibles si se tienen en cuenta las del propio Brasil. Esta nación enorme, llena de desequilibrios y de posibilidades, con ciento ochenta millones de habitantes únicamente, con zonas todavía inexploradas, un subsuelo riquísimo y una vivaz cultura en formación, ha encontrado un primer desarrollo original en la arquitectura modera, que ha producido, y continúa haciéndolo, personajes de gran categoría. Esta es la razón por la que Brasilia ha representado la gran ocasión de la moderna arquitectura brasileña, el gran experimento, una experiencia crucial en el proceso de transformación de Brasil.


El aspecto monumental es el denominador común de todos los edificios del conjunto, este carácter no está vinculado a cada una de las construcciones en particular, sino a la relación que entre ellas existe, junto a la naturaleza circundante y al elemento luz . Estas complejas relaciones crean un espacio casi irreal, de sueño. Cada arquitectura presenta el raro encanto de volúmenes geométricos situados en un plano sobre el que rueda la luz. 


En 1956, el entonces presidente Kubicheck, empeña sus mejores energías en la fundación de Brasilia, y Niemeyer, nombrado superintendente técnico del ente para la edificación de la nueva ciudad, recibe el encargo de crear la nueva residencia presidencial y el hotel para huéspedes oficiales. Al proyectar los edificios de Brasilia, Niemeyer siguió los mismos criterios que inspiraron el plan urbanístico de Lucio Costa: cada uno de tales edificios nace de un punto formal muy simple, elemental, desarrollado con gran sobriedad en sus detalles constructivos. 








A menudo la estructura sustentadora no tiene ninguna relación con elementos decorativos característicos: el componente ornamental procede no de la observación particular próxima, sino de la relación del edificio con la nueva escala, verdaderamente inusitada, del espacio circundante, que obliga a observarlo, dado su excepcional amplitud, desde distancias mucho mayores de los que hasta entonces habían sido habituales.


El Palacio del Parlamento (o del Congreso Nacional) está situado en el vértice de una triangular Plaza de los Tres Poderes, a ambos lados se levantan el Tribunal Supremo y la Sede del Poder Ejecutivo. De todas las construcciones es el Palacio del Parlamento la más grande y articulada, compuesta de dos partes bien diferenciadas: un edificio horizontal de tres pisos, con un frente de doscientos metros, que alberga al Senado, ubicada en una media esfera, y la Cámara de los Diputados, situada en la otra semiesfera, más amplia e invertida. Como es de suponer, a este articulado conjunto hay que añadir todos los servicios que, como es natural, son completos y numerosos. Más abajo, gracias a un elaborado sistema de distribución, se desarrollan las actividades de los diputados, el personal de la imprenta y el público. 


Entre las dos medias esferas se levanta un rascacielos, circundado por un gran estanque. En dicho rascacielos se encuentran las oficinas de los órganos legislativos, distribuidas en tres pisos bajo el nivel de la plataforma y otros veinticinco pisos superiores. Es característica la forma de "H" (que incluso se puede observar desde un avión), la barra horizontal de dicha "H", constituye una especie de puente que une los dos cuerpos independientes del edificio. Para tener una idea de la grandiosa escala de esta construcción, bastará tener en cuenta que en la cúpula invertida de la cámara encuentran cabida unos 700 diputados, 1000 senadores, 200 periodista y unos 1000 espectadores. 


Las dos cúpulas cubren una gran plataforma horizontal, como una suspendida plaza futurista, a la que se puede llegar a través de una rampa aérea frontal y unida a las calles laterales elevadas. La ausencia de parapeto acentúa la pureza de sus líneas, y el conjunto, aunque de enormes proporciones, parece ligero, sugestivo efecto conseguido por la concentración de la luz del sol sobre la fina lámina, mientras que la parte inferior, atrasada y vidriada, permanece en la penumbra. Más allá de estos tres edificios se abre la Plaza de los Tres Poderes y el horizonte.


La plaza, inmensa, es para muchos brasileños el símbolo del futuro de su país, como también lo es la línea horizontal conínua, lejana y azul que corre tras la ciudad y que no esconde, sino que valoriza. Toda la arquitectura de Brasilia es horizontal, pero siempre destacada del suelo, de forma que, a través de los inmensos pilotis, nunca deja de verse el lejano horizonte de la gran llanura en la que se ha creado esta moderna capital.






domingo, 8 de abril de 2012

Palacio de Bellas Artes, México



El Palacio de Bellas Artes ubicado en el centro histórico de la ciudad de México, es la casa máxima de la expresión de la cultura del país, considerado el teatro lírico más relevante de México, y el centro más importante dedicado a las bellas artes en todas sus manifestaciones. La UNESCO lo declaró monumento artístico en 1987.

Fue encargado por el presidente mexicano Porfidio Díaz al final de su mandato con motivo de la celebración del Inicio del Centenario de la Independencia de México. Depende del Instituto de Bellas Artes.

Este recinto alberga diversos escenarios y salas para la práctica y exposición de obras de arte. Destaca la gran sala de espectáculos. La Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Teatro, la Compañía Nacional de Ópera y la Compañía Nacional de Danza presentan sus temporadas en este recinto. Asimismo es la sede de dos Museos: El Museo del Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arquitectura.

En aquella época surgió en la sociedad de México, la tendencia por imitar los estilos europeos, tanto en costumbres de la vida cotidiana como en modelos arquitectónicos. Algunos autores afirman que en el período porfiriano, la arquitectura abarca desde el romanticismo hasta el modernismo, y se manifiesta de forma singular con eclecticismo, permanencia de gustoso, seguimiento de esquemas de las escuelas europeas, la integración a la modernidad con el Art Nouveau, y a la vez un deseo nacionalista basado en la interpretación y renacimiento del prehispánico.




Considerando la ubicación perfecta para este edificio, Boari emprende la contrucción en 1901, demoliendo los edificios del lugar. En el régimen de Porfidio Díaz nace una fuerte tendencia europeizante muy marcada que se desarrolla en diversos ámbitos, no solo en la expresión artística, sino también en la cotidianidad, con lo que se pretende incorporara México en un contexto cultural internacional. Es por ello que Boari recorre Europa. Regresa a México impactado por el Art Nouveau, estilo decorativo en que predomina la línea curva fluida, omdulatoria, orgánica y asimétrica.

Para 1904 entrega los primeros planos del nuevo Teatro Nacional, comenzando aquel mismo año con las excavaciones a 2.4 metros por debajo de la calle. El Paseo de la Reforma era un eje que dividía la ciudad vieja en el oriente y la nueva y moderna en el sur poniente. La construcción del nueo Teatro Nacional abría paso a importantes cambios en el oriente de la ciudad. Con la idea de elevar a  México a la altura de ciudades europeas, Boari diseña un edificio singular que no parece italiano ni francés. Proyectó un edificio enorme, con un vestíbulo techado con cristales, un invernadero, restaurante, cafetería y los más grandes adelantos de la época. 

Boari presentó el diseño al gobierno mexicano que aceptó y sugirió cambios, exagerando la grandiosidad del proyecto. En la obra se pretendía aplicar técnicas utilizadas para la construcción de los rascacielos de Chicago y Nueva York, pero el suelo de México obligó a diseñar un sistema de cimentación especial. a sala tendría una forma de embudo y agregó a su proyecto innovaciones que revolucionaban el complicado ambiente de la tramoya, por ejemplo, instalaciones mecánicas con movimientos hidráulicos y eléctricos. Boari presentaba como su idea un edificio revestido por sus cuatro lados de mármol de 96 metros de frente y 116 de largo, ocupando una superficie de dos hectáreas, incluidas las rampas y las escaleras. Algunos detalles particulares de la obra son: doble entrada lateral para el servicio de carruajes, un gran jardín, una cúpula sobre ella, el nivel de la orquesta móviltelón en forma de cortina, movimiento eléctrico e hidráulico para la maquinaria escénica, un gran ascensor para elevar los carruajes del nivel de la calle al nivel del escenarios, etc.




Las estructuras estaban compuestas por acero, concreto y mármol, 210 columnas distribuidas, muros de concreto y cubiertos de mármol. Una obra considerada en su época la más grande del mundo con sus dimensiones y características. Sin embargo, todos los cálculos en la cimentación resultaron un fracaso sin precedentes. La plataforma en concreto comenzó a hundirse, no solo privando al proyecto de las escaleras ascendentes, sino que sufrió asimismo grandes rupturas. Fue necesario no solo readaptar el proyecto, sino también a inyectar una mezcla de cemento, cal y grava en varios puntos. Debido a a ello la finalización se retrasó unos tres años. EN 1906 el arquitecto viajó a Estados Unidos y Europa, a fin de visitar a algunos artistas para que sus obras fueran realmente excepcionales. A partir de 1912 el ritmo de trabajo disminuye y en 1916, finalmente, se suspende la obra.

Ante la imposibilidad de terminar el teatro quiso dejar un testimonio escrito de su obra. Su publicación dispone de 34 láminas en los que están detallados tanto los planos, como los aspectos decorativos de los ornamentos. El arquitecto  envía desde Italia planos, fotografías y actualizaciones del proyecto. Ante los obstáculos que se presentaban para reanudar el proyecto, dado que, entre otras cosas no podía regresar a México, Boari bautizó su proyecto como elefante blanco. El arquitecto murió en 1928, sin ver su obra finalizada.

Se intentó reanudar el proyecto en dos ocasiones. La primera bajo la dirección del arquitecto Antonio Muñoz. Se dispuso el apresuramiento de los trabajos para poder utilizar el edificio en 1921, en el Centenario de la Independencia. La segunda etapa se desarrolló a partir de 1928, con la creación del comité encargado de recaudar fondos para la conclusión de la obra. En mayo de 1930 el entonces presidentePascual Ortiz Rubio emite un acuerdo para que se concluya el teatro nacional, tomando en cuenta dos aspectos: que la terminación de la obra fuera lo más económica posible y que se respetara, siempre que fuera posible, los planos originales de Boari, convirtiendo asimismo el edificio pensado como Teatro Nacional en Palacio de Bellas Artes. Para adaptar el edificio a su nueva función se contrata los servicios del arquitecto Federico Mariscal para que se encargue de realizar las modificaciones. El salón de fiestas se convierte, de esa manera, en museo de artes plásticas. El palco presidencial se redujo y se creó un foyer, hoy en día sala nacional de exposiciones, se instaló una sala de conferencias un museo de arte popular para exhibir distintas obras de artistas nacionales. También se redujo la sala de espectáculos, ampliando los pisos de las lunetas y de los anfiteatros para aumentar el cupo, con lo cual se llega a unos 2035 asientos en la actualidad. Los principales elementos de esta segunda etapa (1932 a 1934) fueron: la plaza y la colocación de los Pegasos en el estacionamiento, el vestíbulo, el hall. la sala de espectáculos, el Museo del libro y biblioteca, el Museo de Artes Populares, el restaurante, y los murales a cargo de Diego Rivera y José Clemente Orozco. Finalmente el Palacio de Bellas Artes fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934.