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domingo, 12 de febrero de 2012

Giovanni Lorenzo Bernini

GIOVANNI LORENZO BERNINI




Apolo y Dafne 



Giovanni Lorenzo Bernini (1598 - 1680), arquitecto, escultor y pintor italiano, nació en Nápoles en 1598 y falleció en Roma en 1680. Se formó en el taller de su padre, escultor manierista, y se enriqueció con el estudio de las obras más importantes del Cinquecento italiano.

La actividad de su padre en Santa María Maggiore determina el comienzo de su carrera. Fue cuando la atención del Papa y del cardenal Scipione Borghese reparan en él, para este último realiza entre 1619 y 1625 los importantes grupos escultóricos de Aneas y Aquises, El Rapto de Prosperina, David, y la genial obra Apolo y Dafne, donde el movimiento es el elemento más importante. Hasta 1624 permanece al servicio del cardenal.


En 1623 sube al pontificado Urbano VIII, con el que asume una posición de primera orden en sus proyectos. Entre 1624 y 1633 realiza el Baldaquino de San Pedro en bronce y con la ayuda de Borromini como arquitecto de San Pedro trabaja también en el Palacio Barberini, en 1629. Durante los años del papado de Inocencio X, Bernini es apartado de las obras del Vaticano, posición que retoma cuando Alejandro VII accede al pontificado en 1655, momento en que realiza la escenografía de la Sala Regia.


Entre 1650 y 1655 proyecta el Palacio de Montecitorio, y en 1658 proyecta la Iglesia de San Andrés de Quinnal y la de Castelgandolfo y Ariccia. En 1665 se traslada por primera y única vez de Roma, para realizar los proyectos del Palacio del Louvre, en París. 







El Rapto de Prosperina



Junto a su actividad como arquitecto desarrolla la no menos importante de escultor. Es el creador de un nuevo tipo de monumentos funerarios  con la realización del Sepulcro de Urbano VIII y el Sepulcro de Alejandro VII para San Pedro en el Vaticano. Realiza igualmente importantes retratos escultóricos de gran inmediatez y penetración psicológica, como el de Pablo V y el Francesco Barberini o el retrato de Constanza Buonarelli. Como escultor es un intérprete insuperable de la espiritualidad barroca que deja plasmada en su obra Santa Bibiana de 1626, El éxtasis de Santa Teresa, realizado entre 1644 y 1642 o en la convulsa agitación de La Beata Ludovica Albertoni (1671 - 1674).


Bernini fue el mayor representante del catolicismo triunfante del período que siguió a la Contrarreforma católica. Sus cualidades personales hicieron de él un líder que sirvió a ocho papas, varios monarcas e innumerables cardenales y príncipes, con un éxito casi ininterrumpido. Las creaciones de Bernini representan la culminación de las aspiraciones religiosas, políticas y humanas de su época, con una técnica prodigiosa y una imaginación desbordante.


Columnata de San Pedro (Vaticano): Es la realización urbanística más importante de Bernini. En ella se encuentra como primer problema mantener el espíritu de la Basílica, resaltando el valor que Miguel Ángel había dado a la cúpula como centro de la cristiandad, y como referencia visual de toda Roma. 


El planteamiento de Bernini es realizar una plaza que sirva para minimizar la potente fachada de la Basílica y que reafirme el carácter de la cúpula de Miguel Ángel, tanto su valor visual como el simbólico, manteniendo que la cúpula se pueda ver todas direcciones. Proyecta un espacio abierto, de forma elíptica, conformado por dos arcos de círculo cuyos centros están separados por un espacio de 50 metros. En medio de la plaza se levanta un obelisco, mientras que los semicírculos se plantean como dos enormes pórticos de cuatro hileras de columnas toscanas, desarrollando una arquitectura severa y monumental.






Columnata de San Pedro




Al otro extremo de la fachada planteó otro cerramiento, de tal forma que es imposible ver San Pedro de frente. Proyectó un cuerpo monumental de columnas que fueran simétricas con la fachada, de tal manera convirtió la plaza en una antesala de recepción de peregrinos. 


Basílica de San Pedro: Es una de las primeras obras de Bernini, asociadas a sus trabajos en el Vaticano, que irán dirigidas a convertir la Basílica , sobre todo la nave central, en un espacio barroco.


Sus obras en las fachadas serán trascedentales para unir los espacios de la plaza con los de la basílica. Se trata de una fachada monumental que había sido proyectada por Maderno. En ella se dispuso en orden monumental de columnas con una portada de ingreso concebida a modo de arco de triunfo con balcón de fiestas y rematada en balaustrada. 


En el interior se le encarga la decoración de la basílica. Transforma un edificio del Renacimiento en uno barroco. El primer problema es la resolución de la nave longitudinal realizada en el siglo XVI.  Para ello colocará una serie de etruscos y mármoles en el tramo central que consigue frenar la sensación longitudinal de la misma, y devolver, en cierta medida, el carácter de centralidad de la basílica.






El Baldaquino en el interior de San Pedro





En segundo lugar era necesario frenar el gran vacío que producía la cúpula en el interior. Para ello realiza el Baldequino, el cual se concibe a modo de templete sobre cuatro potentes columnas salomónicas, distribuyéndose en su todo una decoración de motivos emblemáticos. Es rematada mediante una estructura transparente sobre la que se colocan esculturas. Su estructura se ha puesto en relación con las arquitecturas efímeras que siguen el esquema de palio, tan abundantes en la época.


La Scala Regia: Escalera de gran empaque y monumentalidad, dividida en dos ámbitos a distinta altura, realizada en las Estancias Vaticanas. En esta obra se utilizan formas ficticias, tendientes a configurar un espacio que no se corresponde con la realidad. Se plantea un motivo central, con un arco de medio punto y una galería porticada corrida que va decreciendo en tamaño, acompañada de una decoración fingida de casetones que van a converger al centro. La sensación ilusoria se refuerza con una ceja de luz que se consigue horadando el techo y que actúa como un elemento de profundidad.


El Palacio Barberini: Es el mejor ejemplo de arquitectura civil de Bernini. En él articula dos alas que sirven para vincular el palacio con el jardín, proyectándose en continuidad con el edificio, mediante una zona diáfana y un porche que une el jardín con el salón. En los vanos superiores se utilizan efectos ilusionistas propios del manierismo, como es el abocinamiento de los mismos, dando una sensación de profundidad al muro que no tiene.


El Éxtasis de Santa Teresa: Es uno de los grupos escultóricos más significativos del Barroco. Fue realizado entre 1645 y 1652 para la capilla de la familia Cornaro en la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. Se representa a Santa Teresa en pleno arrebato místico, el cuerpo transmite una sensación de intenso movimiento. 


El tratamiento de los ropajes es muy importante, formado por grandes pliegues, en el barroco los ropajes adquieren una personalidad que no habían tenido anteriormente. Bernini representa el éxtasis como un hecho teatral, recoge un momento concreto y lo encierra en un nicho que le sirve como escenario. 




El Éxtasis de Santa Teresa















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