En Florencia, entre el siglo XI y XII se usaron algunos elementos comunes del románico pisano pero con un sello muy propio, caracterizado por una serena armonía geométrica que recuerda las obras antiguas. En el Baptisterio de San Juan esto es evidente en el modo de disponer los elementos exteriores, a través del uso de recuadros, pilastras, arcadas ciegas etc, siguiendo un esquema preciso y modular que se repite en sus ocho lados. El parámetro interno con mármol polícromo, inspirado en el Panteón de Agrippa se concluyó a inicios del siglo XII. Los mosaicos del pavimento datan de 1209 y los del ábside rectangular de 1218, mientras la primera fase del revestimiento externo se cree que es del mismo período.
Otro ejemplo de este estilo florentino son la Basílica de San Miniato del Monte, iniciada en 1013 y completada en el siglo XIII, que muestra una fachada bícroma y una estructura rigurosa inspirada en el románico lombardo. La pequeña iglesia de San Salvatore al Vesovio y el parámetro incompleto de la fachada de la Abadía Fiesolana, junto a un modesto número de parroquias e iglesias menores completan el cuadro.
Si el estilo no tiene la difusión del románico pisano o lombardo, su influencia fue determinante para el desarrollo sucesivo de la arquitectura, a modo de base sobre la que tomaron inspiración Francesco Talenti, Leon Battista Alberti, Filippo Brunelleschi y otros arquitectos que dieron forma a la arquitectura renacentista.
El panorama toscano es rico también en influencias tramontanas. La Abadía de Sant'Antimo forma parte de una exigua clase de iglesias italianas inspiradas en modelos franceses con naves de ritmo obligado (alternancia entre columnas y pilastras), presbiterio con columnas, deambulatorio de capillas radiales. La enorme difusión de este tipo en Francia hace difícil determinar una filiación directa.
En Umbría algunas iglesias muestran influencias lombardas, aunque combinadas con elementos más clásicos tomados de los vestigios antiguos que han sobrevivido en la región. Es el caso de la iglesia de Santa María Infraportas en Foligno, San Salvatore en Terni o Santa María la Mayor en Asís.
Si el estilo no tiene la difusión del románico pisano o lombardo, su influencia fue determinante para el desarrollo sucesivo de la arquitectura, a modo de base sobre la que tomaron inspiración Francesco Talenti, Leon Battista Alberti, Filippo Brunelleschi y otros arquitectos que dieron forma a la arquitectura renacentista.
El panorama toscano es rico también en influencias tramontanas. La Abadía de Sant'Antimo forma parte de una exigua clase de iglesias italianas inspiradas en modelos franceses con naves de ritmo obligado (alternancia entre columnas y pilastras), presbiterio con columnas, deambulatorio de capillas radiales. La enorme difusión de este tipo en Francia hace difícil determinar una filiación directa.
En Umbría algunas iglesias muestran influencias lombardas, aunque combinadas con elementos más clásicos tomados de los vestigios antiguos que han sobrevivido en la región. Es el caso de la iglesia de Santa María Infraportas en Foligno, San Salvatore en Terni o Santa María la Mayor en Asís.
En Las Marcas los modelos ofrecidos por la arquitectura emiliana son reelaborados con originalidad y combinadas con elementos bizantinos. Por ejemplo, la iglesia de Santa María de Portonovo que data del siglo XI) junto a Acona o la Catedral de San Ciríaco presentan una planimetría de cruz griega con una cúpula en la cruz de los brazos y un pórtico avanzado en la fachada que encuadra un portal fuertemente abocinado.
En el Lacio septentrional los influjos lombardos filtrados a través de la Umbría fueron fecundados por la ininterrumpida tradición clásica: en Montefiascone con la iglesia de San Flaviano, iniciada en el siglo XII), en Tarquina con la iglesia de Santa María a Castello, iniciada en 1121, en Viterno con varias basílicas, todas decoradas probablemente por maestros lombardos que en algunos casos participaron también en la definición de la arquitectura.
Especial es la iglesia de Santa María Mayor de Tuscania construida en dos fases desde el siglo XII hasta 1206, donde el portal presenta columnas sobre leones y la representación de la Virgen sentada con el Niño en las piernas. También en Tuscania se yergue la Iglesia de San Pedro, caracterizada por un rosetón.
En Roma se produjo una etapa de continuidad respecto a las basílicas paleocristianas, con figuras de pontífices fuertes. En Santa María Cosmedín (Siglo XII, luego reedificada) fueron usadas pilastras alternadas con columnas, estas últimas sin función portante. Más interesante fue el panorama de la pintura y el mosaico, con grandes canteras para la decoración interna de la Basílica de San Clemente, de Santa María de Trastévere y de Santa María Nueva, donde prevalecieron motivos constantinopolitanos.
Una impronta duradera dejaron los maestros del mármol en el estilo cosmatesco, cuya actividad superó los confines del Lacio. Sus elaboradas taraceas con mármol y teselas de varios materiales de piedra fueron aplicados en pavimentos, púlpitos, ciborios, altares, cátedras, candelabros pascuales, etc. También se emplearon para decorar espacios arquitectónicos más complejos y variados, como el claustro de San Juan de Letrán, con las parejas de columnas de fustes alternadamente lisos, en espiral o mezclados y con números variados de mosaicos.
Una de las más importantes canteras en Catania en la época románica fue la reconstrucción de la Abadía de Montecassino (hoy en día ya no existe). La basílica fue construida según el modelo de las romanas y el único recuerdo que queda de ellas está en la iglesia de Sant'Angelo en Formis erigida en 1072.
En los edificios del siglo XII y XIII se encuentran fuertes influjos árabes-sicilianos y moriscos, como en la Catedral de Caserta Vecchia con ventanas de hierro en el transepto y arcos cruzados que se apoyan sobre columnas en el Claustro de los Capuchinos (1212) y en la Catedral (1266 - 1268) en Amalfi, mientras que en Salerno se destacan las obras de mosaicos y aplicaciones cosmatescas con influencias islámicas.
Apulia y sus puertos eran usados por los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa y fueron también el punto de partida para muchos cruzados en 1090. El gran flujo de personas determinó la recepción de una gran variedad de influjos que se manifestó también en la arquitectura.
Uno de los edificios más representativos es la Basílica de San Nicola en Bari, iniciada en 1087 y terminada hacia finales del siglo XII. Externamente tiene un aspecto macizo, más parecido a una fortaleza, con una fachada cerrada a los lados por dos torres incompletas. La decoración con galerías de arcos y la presencia de un pórtico avanzado con columnas sobre leones en la fachada recuerdan las características lombardo-emilianas.
La Catedral de San Valentín en Bitonto es considerada la expresión más completa del románico de Apulia. Construido entre el siglo XI y el siglo XII, presenta una fachada tripartita por pilastras y decorada con arcos pensiles. También posee un rosetón de dieciséis brazos rodeado de dos esfinges.
Otra construcción importante la encontramos en la Catedral de Trani, concluida a mediados del siglo XIII. fue construida según el modelo de la Basílica de San Nicola de Bari. Es un punto de referencia luminoso, gracias a la blancura de la toba caliza empleada. Otras influencias se encuentran en las iglesias de los santos Nicola y Cataldo en Lecce del año 1180, o en la Catedral de Troya, de 1119, esta última con influjos pisanos en el registro inferior, armenios en los relieves de arquitrabe, musulmanes en los capiteles y bizantinos en las puertas de bronce.
Palermo y Sicilia muestran durante ese período muchas influencias diversas debidas a las circunstancias históricas, políticas y religiosas que se sucedieron en aquellos siglos: los siglos IX y X fueron de dominio árabe, entre 1016 y 1091 sucedió la conquista normanda, y finalmente el nacimiento del reino de Sicilia fueron eventos que produjeron un proceso de compleja estratificación cultural.
Típicamente árabes, en Palermo son los edificios de la Zisa (1154 - 1189), que presenta una decoración con bóvedasde alveolos, la Cuba (1180), o las cúpulas semiesféricas de la iglesia de San Giovanni degli Eremiti (construida aproximadamente en 1140) con planta cruciforme.
Bizantinas se yerguen las iglesias de Martorana (de 1143) y la Capilla Palatina de Palermo en el Palacio de los Normandos, cubiertas por mosaicos. En la capilla palatina se unió la planta de cruz griega para el presbiterio y el cuerpo basilical en la nave. Los mosaicos presentan un esquema más original con respecto a la estrecha observancia de la Martorana. En la sala de Rogelio I en el Palacio de los Normandos se encuentra un ciclo profano con escenas de jardines y de caza, diversiones preferidas por los soberanos.
Otros importantes ejemplos de edificios de la época son las catedrales de Cefalú (1131 - 1170) y de Monreale (1172 - 1189). En ambas se encuentran mezcladas varias influencias que van desde las experiencias cluniacenses en la zona del ábsidea las galerías de arcos típicamente lombardas (Cefalú) a los cruzados (Monreale) de influencia árabe, a las dos torres en la fachada que recuerdan modelos transalpinos, introducidos por los normandos.
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