La Casa Batlló es un edificio obra del arquitecto Antonio Gaudí, máximo representante del modernismo catalán. Se trata de una remodelación de un edificio existente en el solar, obra de Emilio Sala Cortés. Está situada en la llamada manzana de la discordia, porque alberga además de este edificio otras obras de arquitectos modernistas: la Casa Amatller, obra de Joseph Puig i Cadafalch, la Casa Lleó Morena, obra de Lluís Domènech i Montaner, la Casa Mulleras de Enric Sagnier i Villavecchia y la Casa Josefina Bonnet de Marcel lìa Coquillat. La construcción se realizó entre 1904 y 1906. Desde 2005, la Casa Batlló forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y en 1969 fue declarada Monumento Histórico-Artístico de Carácter Nacional.
La Casa Batlló es un reflejo de la plenitud artística de Gaudí, pertenece a su etapa naturista (primera década del siglo XX), período en el que el arquitecto perfecciona su estilo personal, inspirádose en las formas orgánicas de la naturaleza, para lo que puso en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales originadas en los profundos análisis efectuados de la geometría reglada a lo que añade una gran libertad creativa y una imaginativa creación ornamental.
El edificio fue construido en 1875 por Emili Sala Cortés (1841 - 1920), un arquitecto autor de varios edificios en Barcelona, como la Casa Elizalde (1885), el Palacio Tolrà en Castellar de Vallès (1890), el Hotel Duque de Bergara (1898), la Casa Emilià Carles (1898) o el Panteón de la Familia Fargas en La Garriga. Además fue profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, siendo uno de los maestros de Gaudí, al que empleó ocasionalmente como delineante
En 1903 el edificio fue adquirido por el industrial Joseph Batlló i Casanovas, un rico hombre de negocios que poseía varias fábricas textiles en Barcelona. Compró el edificio con la primera intención de derribarlo y construir uno nuevo, aunque luego se conformó con reformarlo, y mientras se reservó la planta principal (vivió en ella con su familia hasta mediados de los años 1950), el resto lo explotó en régimen de alquiler, como era habitual en las casas burguesas de la época.
Para la remodelación encargó el proyecto a Antonio Gaudí, por aquel entonces un arquitecto de gran renombre, que en aquella época trabajaba en diversos proyectos a la vez, como en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (1883 - 1926), la Torre Bellesguard (1900 - 1909), el Parque Güell (1900 - 1914) y la restauración de la catedral de Santa María de Palma de Mallorca (1903 - 1914). El industrial quedó tan impresionado con la obra del arquitecto que le recomendó a su amigo, Pere Milà i Camps, para el que Gaudí construyó la Casa Milà (también conocida como La Pedrera) entre 1906 y 1912.
El arquitecto se centró en la fachada, el piso principal, el patio de luces y la azotea y levantó un quinto piso para el personal de servicio. El proyecto sufrió varias modificaciones desde su concepción hasta la realización final, debido a la continua búsqueda de las mejores soluciones estructurales por parte del arquitecto. En el primer esbozo que fue hallado en 1969 en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, mostraba una primera intención de coronar el edificio con una cúpula, que finalmente se transformó en una bóveda con forma de dragón, principal sello distintivo del edificio.
Gaudí diseñó el proyecto de la Casa Batlló, cuando su estilo arquitectónico ya había trascendido el mero academiscismo para reflejar una visión personal de la arquitectura, de gran originalidad y con su sello innovador.
La Casa BAtlló ocupa un total de 4300 metros cuadrados, con 450 metros cuadrados de superficie por cada piso. Tiene 32 metros de alto y 14,5 de ancho. El edificio tiene ocho plantas: bajo el nivel de la calle se encuentra un sótano, la planta baja se destinó inicialmente a cocheras y luego al almacén y junto al acceso de las viviendas se ubicó una tienda, ocupada en sus principios por el establecimiento de la fotografía Lumière, luego por la productora cinematográfica Pathé Frères y posteriormente por la Galería Syra, la planta noble estaba enteramente ocupada por la familia Batlló, y contiene además un gran patio en la parte posterior del edificio. Las otras cuatro plantas estaban destinadas al alquiler, pr último se encuentra un desván, destinado a zona de servicio.
La fachada se realizó con piedra arenisca de Montjïc, tallada según superficies regladas en forma alabeada. Las columnas tienen forma ósea con representaciones vegetales. También la carpintería es igualmente de superficie curva y las ventanas son de vidrios de colores en formas circulares. Del conjunto de la fachada se destaca la tribuna del piso principal, que se extiende por los laterales hasta el primer piso.
Otro elemento característico de la fachada es su revestimiento con vidrios y cerámicos de vivos colores que crean diversos efectos visuales según la luz que incide en ellos. Para su confección picó el anterior muro y lo cubrió de mortero de cal sobre el que colocó los vidrios combinados en diferentes tonalidades, sobre ellos esparció a todo lo largo una serie de discos de cerámica, fabricados en Mallorca.
Otra de sus singularidades son los balcones, realizados en hierro fundido y pintados de carbonato de plomo para evitar su oxidación. Están colocados sobre peanes de piedra con forma de concha marina. Hay un total nueve balcones, a los que se deben sumar las cuatro terrazas situadas sobre la tribuna. Su forma evoca un antifaz o una máscara teatral (aunque muchos también creen ver la parte superior de una calavera). El perfil quebrado y enroscado de los balcones recuerda la forma de un pergamino.
Culmina la fachada con una bóveda formada por arcos catenarios cubiertos por dos capas de ladrillos y recubierta por cerámica vidriada en forma de escamas, en tonos rojo, verde y azul, que recuerda al lomo de un dragón. En la parte izquierda hay una torre cilíndrica de forma bulbosa, rematada con la típica cruz gaudiana de cuatro brazos orientada a los cuatro puntos cardinales. La fachada posterior, también ondulante, está recubierta de trencadís de cerámica. La parte más destacada es la del desván, realizada con cerámicos de vivos colores con motivos florales y geométricos.
Para el interior del edificio Gaudí diseñó unos accesos en la planta baja bien diferenciados con tres portales: uno de acceso a las viviendas, otro para la tienda y otro para la cochera, siendo el primero de hierro y vidrio y los otros dos de madera. El vestíbulo de acceso tiene forma rectangular y techos curvos, con suelos de mármol y una decoración en cerámica azul en la parte baja de la pared y de estuco en la parte superior.
En la parte central del edificio se ubica el patio de luces que fue ampliado por Gaudí para conseguir una mayor iluminación y ventilación: tiene 13 metros de largo por 4 de ancho y 26 de altura. Este patio se cubre con una clarraboya de cristal sostenida por una estructura de hierro, que apoya en una serie de arcos catenarios, y fue igualmente revestido por azulejos con una ingeniosa graduación de color desde el azul de la parte superior hasta el blanco de la parte inferior, para mejor aprovechamiento de la luz, lo que provoca la sensación de estar en una cueva submarina.
En la parte central del edificio se ubica el patio de luces que fue ampliado por Gaudí para conseguir una mayor iluminación y ventilación: tiene 13 metros de largo por 4 de ancho y 26 de altura. Este patio se cubre con una clarraboya de cristal sostenida por una estructura de hierro, que apoya en una serie de arcos catenarios, y fue igualmente revestido por azulejos con una ingeniosa graduación de color desde el azul de la parte superior hasta el blanco de la parte inferior, para mejor aprovechamiento de la luz, lo que provoca la sensación de estar en una cueva submarina.
Otros espacios destacados del piso principal son: el recibidor, al que se accede por el vestíbulo privado de la planta baja a través de una escalera que recuerda la columna vertebral de un animal, la sala de la chimenea, utilizada como despacho por el señor Batlló: dicha chimenea tiene forma de seta y está recubierta de losas de material refractorio, mientras que la pared está recubierta de pan de oro, y el comedor, ubicado en la zona posterior, donde destacan unos amplios ventanales con doble columna inspirados en las columnas del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada.
En cuanto al resto de las plantas, destinadas a alquiler , Gaudí se limitó unicamente a redistribuir los espacios, sin modificar su estructura. Cada una de las viviendas gozaba de los adelantos y comodidades de la época, desde calefacción y agua caliente hasta electricidad, sin por ello descuidar el diseño y la estética.
La última planta, el desván, donde se situaban los lavaderos y otras zonas comunes y de servicio. Actúa como cámara aislante para las viviendas, protegiéndola de la rigurosidad del clima. Por ello está concebida con una estructura diferenciada del resto del edificio, con una serie de arcos catenarios realizados en ladrillo revocado con yeso, que sostienen un sistema de bóvedas parabólicas sobre el que se alza la azotea.
El remate del edificio es la azotea a la que se accede desde el desván Concibió este espacio de forma funcional, para situar las salida de humo y ventilación, aunque tampoco se olvidó de la parte estética, ya que los elementos que la integran están elaborados de una forma artesanal y con una plasticidad casi escultórica. En la azotea se encuentra un segundo desván, que contiene el tanque de agua que abastece al edificio. En el conjunto de las azoteas se destacan las chimeneas, dispuestas en cuatro grupos, de formas helicoidales y rematadas por sombreretes cónicos, revestidos de vidrio transparente en su parte central y de cerámica en la superior y rematadas por unas bolas de cristal transparentes rellenas de arena de distintos colores.
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