El artista con algunas de sus pipas de girasol, hechas en Porcelana |
Ai Weiwei (18 de mayo de 1957) es un artista chino contemporáneo, diseñador, arquitecto, escultor, comentarista y activista social. Es conocido artísticamente como el trastocador de objetos. Últimamente es de los artistas más cotizados del mundo. Entre sus obras de arte cabe destacar su obra de 100millones de pipas de girasol de porcelana hechas y pintadas a mano una a una que ha causado una verdadera sensación alfombrando la Tate Modern londinense.
Ai Weiwei es un artista chino cuyas grandes obras cercanas al diseño arquitectónico, han desafiado tradicionalmente al poder de su país. Entre sus trabajos más reconocidos destaca la serie de tres fotos realizadas en 1995, en las que se ve como deja caer y rompe un jarrón de la Dinastía Han (202 antes de nuestra era - 220 después de nuestra era).
Sus proyectos han sido expuestos por todo el mundo, y ha participado de la Bienal de Venecia y la Documenta de Kassel. Para muchos, sin embargo, solo saltó a la fama cuando diseñó la intrincada estructura del estadio de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, conocido como Nido de Pájaros, del cual dijo más tarde que no era más que una sonrisa fingida, debido a la utilización propagandística que de él hizo el gobierno. Ai Weiwei ha desarrollado su faceta como arquitecto. Su fama en este campo lo llevó a colaborar como director artístico con el estudio suizo Herzog & De Meuron, encargado de construir el estadio nacional de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Diseñó una estructura intrincada que se convirtió en el llamado Nido de Pájaros.
Artista y disisente político, Ai Weiwei es el más conocido de los creadores plásticos que ha dado China durante los últimos 50 años. También el más cotizado en Occidente. Pocos combinan como él la disciplina artística y el compromiso social que nace de la certeza de que la habilidad técnica no es nada en el mundo del Arte si le falta una idea motriz.
Ai Weiwei Cube light (2008) |
Hijo del famoso poeta Ai Quing empezó estudiando cinematografía, aunque pronto abandonó lo que parecía ser una prometedora carrera para integrarse en el colectivo de artistas Xingxing, que promovía la creación plástica desde el individualismo y la experimentación de vanguardia. Tales planteamientos parecían intolerables en un entorno académico férreamente controlado por el Partido Comunista, por lo que el grupo fue disuelto en 1981, dos años después de su creación.
Ai Weiwei decidió emigrar a Nueva York a los 22 años de edad, y allí conoció de primera mano los postulados del Arte Pop, el Minimalismo y el Arte conceptual. Mientras que trabajaba en cualquier cosa que pudiera reportarle algún dinero para subsistir, estudió de manera informal diversas disciplinas que le fueron muy útiles cuando regresó a China en 1990. Aun debieron transcurrir 13 años para que comenzara a construirse el estadio olímpico de Nido de Pájaro, un trabajo de los arquitectos Herzog y Meuron en el que Ai Weiwei colaboró desde el principio.
A partir de entonces, sus esculturas, fotografías, esculturas y performances comenzaron a hacerse famosas en todo el mundo, y las principales galerías y museos se disputaban sus obras. Participó en la Bienal de Venecia y en la Documenta de Kassel, obteniendo también un resonado éxito con la espectacular instalación de diseño para la Tate Modern. La Sala de Turbinas de la institución londinense se llenó durante siete meses con 100 millones de pipas de girasol modeladas en porcelana por un millar de artesanos de su país.
A medida que su fama crecía dentro y fuera de China, Ai Weiwei intentó utilizarla para promover la defensa de los derechos humanos en su país, lo que provocó un frontal enfrentamiento con el poder comunista. Su actitud refractaria al pensamiento único quedó perfectamente clara en uno de sus mensajes colgados en Twitter, donde tiene más de 100.000 seguidores: No hay deporte más elegante que tirar piedras contra la autocracia.
Círculo de Animales/Cabezas del Zodíaco |
Ai Weiwei pudo seguir a través de la red social la destrucción de su nuevo estudio en Shanghai, que fue derribado por las autoridades locales a consecuencia de unos problemas burocráticos que no debían existir cuando esas mismas autoridades lo invitaron a establecerse allí para reactivar la deprimida economía de la zona. Entre una y otra decisión Ai Weiwei pidió abiertamente desde Londres una mayor apertura del régimen.
Meses después, el Centro Ullens de Pekín canceló la primera exposición que se iba a celebrar en China, con fotografías, esculturas e instalaciones del artista, aunque las autoridades comunistas no tuvieron que dar instrucciones a la galería para que censurara la muestra. El centro gestionado por los coleccionistas belgas Guy y Myriam Ullens decidió aplazar la convocatoria porque el momento actual no es el adecuado, según explicó una portavoz de la institución, inmersa por entonces en un cambio de estructura que precisaba el apoyo del gobierno chino.
La política de hostigamiento a tan influyente creador no paró ahí, y el 3 de abril del 2011 varios policías se lo llevaron detenido cuando se disponía a abordar un avión en el aeropuerto de Pekín, desde donde se disponía a viajar a Hong Kong. Desde entonces, su familia carece de datos sobre su paradero, y las autoridades chinas no han presentado cargos contra él como lo exige su propia legislación. Solo la prensa oficial ha aludido a supuestos delitos de carácter económico, de pornografía y de bigamiapara explicar una desaparición que ha generado una auténtica oleada de indignación en el mundo libre, donde las manifestaciones de solidaridad con el artista no dejan de crecer.
Ai Weiwei ha criticado abiertamente la censura y los controles del Partido Comunista Chino. En 2010 creó en Internet un audio en el que varios voluntarios leían los nombres de 5000 niños muertos en el seísmo de la provincia de Sichuán en 2008, para protestar por las malas condiciones de construcción en el oriente del país.
Para obtener su libertad el artista firmó una confesión en la que reconoce haber evadido impuestos a través de su negocio de arte y acordó pagar el dinero. Fuentes consultadas por Reuters aseguraron que el artista fue amenazado con pasar 10 años en la cárcel si continuaba incitando a la sublevación contra el poder estatal. Su libertad está condicionada a no tener contactos con periodistas extranjeros, abogados de derechos humanos o alguna figura de la política. A pesar de que también se le prohibió continuar con la publicación de mensajes en Twitter, el artista escribió varios en los que pedía la liberación de otros disidentes que también fueron detenidos.
Meses después, el Centro Ullens de Pekín canceló la primera exposición que se iba a celebrar en China, con fotografías, esculturas e instalaciones del artista, aunque las autoridades comunistas no tuvieron que dar instrucciones a la galería para que censurara la muestra. El centro gestionado por los coleccionistas belgas Guy y Myriam Ullens decidió aplazar la convocatoria porque el momento actual no es el adecuado, según explicó una portavoz de la institución, inmersa por entonces en un cambio de estructura que precisaba el apoyo del gobierno chino.
La política de hostigamiento a tan influyente creador no paró ahí, y el 3 de abril del 2011 varios policías se lo llevaron detenido cuando se disponía a abordar un avión en el aeropuerto de Pekín, desde donde se disponía a viajar a Hong Kong. Desde entonces, su familia carece de datos sobre su paradero, y las autoridades chinas no han presentado cargos contra él como lo exige su propia legislación. Solo la prensa oficial ha aludido a supuestos delitos de carácter económico, de pornografía y de bigamiapara explicar una desaparición que ha generado una auténtica oleada de indignación en el mundo libre, donde las manifestaciones de solidaridad con el artista no dejan de crecer.
Ai Weiwei ha criticado abiertamente la censura y los controles del Partido Comunista Chino. En 2010 creó en Internet un audio en el que varios voluntarios leían los nombres de 5000 niños muertos en el seísmo de la provincia de Sichuán en 2008, para protestar por las malas condiciones de construcción en el oriente del país.
Para obtener su libertad el artista firmó una confesión en la que reconoce haber evadido impuestos a través de su negocio de arte y acordó pagar el dinero. Fuentes consultadas por Reuters aseguraron que el artista fue amenazado con pasar 10 años en la cárcel si continuaba incitando a la sublevación contra el poder estatal. Su libertad está condicionada a no tener contactos con periodistas extranjeros, abogados de derechos humanos o alguna figura de la política. A pesar de que también se le prohibió continuar con la publicación de mensajes en Twitter, el artista escribió varios en los que pedía la liberación de otros disidentes que también fueron detenidos.
Ai Weiwei, Divina Proporción (2006) |
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