domingo, 22 de enero de 2012

Arquitectura Renacentista (Segunda Parte)

ARQUITECTURA RENACENTISTA (SEGUNDA PARTE)






La arquitectura renacentista se desarrolla  a partir del siglo XV, principalmente en Italia. Es común atribuir el lugar de nacimiento a la ciudad italiana de Florencia, ciudad donde el gótico apenas había penetrado, en el momento de la construcción de la Cúpula de la Catedral de Santa María del Fiori, proyectada por Filippo Brunelleschi. Tal episodio no es solo un mero cambio en el perfil estilístico que predominaba en el escenario arquitecónico florentino, sino la demostración clara de la ruptura que vendría posteriormente de la propia forma de producir la arquitectura, abriendo camino para, no solo redescubrir el clasicismo, sino también la promoción de la tratadística y para una teorización inédita sobre el tema. Son muchos los estudiosos que afirman que Brunellesciconstruyó de hecho no solo una cúpula, sino el concepto de un nuevo tipo de arquitecto: altera las reglas de la construcción civil, iniciando un proceso que, gradualmente, separará al proyectista del constructor.

Un hecho a destacar en la producción de Brunelleschi es que le manifiesta más importancia al campo de la construcción que el del estilo. Asismismo inicia una tradición que separa al arquitecto de los antiguos gremios medievales y cuya profesionalización es cada vez más evidente en la época, afirmándose como intelectuales alejados de la construcción propiamente dicha. 


La catedral de Santa María del Fiore no fue un edificio proyectado, su diseño y su construcción se armaron de forma paralela. Aunque existía un plano general para la forma y distribución interna, los detalles constructivos iban siendo resueltos a medida que avanzaba su construcción. Por lo tanto, a pesar de la necesidad de construir una gran cúpula, la forma de la misma no había sido determinada de antemano. Cuando llegó el momento de erigirla, los artesanos florentinos se encontraron con un vano de 40 metros, imposible de cubrir con las técnicas constructivas tradicionales.

La solución encontrada en 1814 fue la de realizar un concurso de ideas para la conclusión del templo para la solución del problema de la cúpula. Filippo Brunelleschi, en aquel entonces un artesano bastante reconocido, aceptó el desafío, viajando a Roma en busca de inspiración. para ello, tomó como ejemplo, el Panteón de Agrippa: una estructura con un diámetro similar al Duomo de Florencia




A su regreso a Florencia, Brunelleschi propuso su solución a aquel problema: una gran cúpula de 42 metros, rematada por una linterna. Sin embargo, no se limitó en reproducir el modelo romano, sino que propuso una fórmula totalmente innovadora: su cúpula sería la primera con tambor octogonal de la historia de la arquitectura. La cúpula posee una función estética (bella y austera, sin sensación de pesadez), pero también una función ideológica. Para su construcción Brunelleschi utilizó el juego de la doble cúpula (interna y externa), formadas con dos roscas de ladrillos, separada por una rosca de ladrillo a peripeño, que avanza en forma de espirar, haciendo más rígido el conjunto, a la vez que configura un espacio como cámara de aire que da ligereza a la cúpula, dibujando hilos directores y rematada con linterna.

Brunelleschi quedará en la Historia del Arte como el responsable de haber trazado el camino que todos los arquitectos del Renacimiento seguirán para trazar sus obras. Los arquitectos que siguieron este método fueron responsables de la plena recuperación del lenguaje clásico. El dominio del clasicismo se logró a lo largo del siglo XIV, y encontró en Donato Bramante a su figura más paradigmática. Los arquitectos renacentistas tuvieron a su disposición todo el potencial creativo que ofrecía el lenguaje y la técnica clásicas y el espíritu de su época.

Bramante es considerado la figura más importante del Quattrocento en la historia de la arquitectura. Logró demostrar, a través de sus proyectos en palacios y/o iglesias que no solo conocía las posibilidades del lenguaje clásico, sino que también entendía las características y el ambiente de su época, ya que fue capaz de aplicar el conocimiento antiguo a la forma nueva, y sobre todo clásica. El Templete de San Pietro in Montorio en Roma, diseñado por Bramante es practicamente una relectura de los templos de planta central, circulares, típicos de un cierto período de la arquitectura romana.

La principal imagen de este estilo bramantino se encuentra en las tríadas de aberturas adornadas de arcos, dos de los cuales están a la misma altura, y con el central, mayor (sistemade orden más arco), basado en la combinación del orden arquitectónico clásico y el arco de medio punto. 



A medida que el dominio del lenguaje clásico evolucionaba, fue creciendo en los arquitectos renacentistas un cierto sentido de liberación formal de las reglas del clasicismo, de forma que el deseo de superación cambió de ser un elemento fundamental a ser fruto de la nueva producción de estos autores. Tal fenómeno, considerado como un anuncio del movimiento estético, que años más tarde se convertiría en el estilo Barroco, ganaría fuerzas especialmente en la primera parte del siglo XVI. El Cinquecento fue el momento cuando la intención de sistematizar el conocimiento de los cánones clásicos había sido superado, a través de los tratados de Sebastián Serlio o Jacopo Vignola.

En un primer momento se siguieron fielmente las reglas clásicas de composición, pero ampliando enormemente su ámbito de aplicación. Las reglas clásicas se aplicaron en especial en las grandes obras públicas, los grandes palacios y templos religiosos, apareciendo nuevas combinaciones de elementos. Andrea Palladio fue el principal exponente de esta nueva forma de trabajar con el lenguaje clásico (patente en sus villas). El propio Palladio fue autor de un tratado bastante completo sobre arquitectura clásica, en el que expuso su modo de pensar y su perspectiva sobre esta cuestión.

Llegamos, de esta forma al Manierismo, estilo artístico producido durante el Cinquecento y cuya formación se da en las primeras décadas del siglo XVI y se extiende hasta comienzos del siglo XVII. Evidencia la intención por parte de los arquitectos, humanistas y artistas del período de arte, que aunque siguieran esencialmente el clasicismo, su contenido era, sin embargo, bastante anti-clásico. En el Manierismo se desarrolla la innovación constructiva, conformándose con la arquitectura clásica, ya plenamente conocida.

Los dos exponentes más importantes del llamado Manierismo son Miguel Ángel y Giulio Romano. En sus obras son constantes las referencias a los elementos compositivos clásicos, pero de forma casi írónica. Convierten al interior patrones decorativos de ventanas que deberían estar colocadas en el exterior, juegan con los efectos de la ilusión óptica proporcionados por la perspectiva, a través de volúmenes dimensionados inusitadamente, etc.

La profundización de los caracteres propios de las construcciones manieristas supuso el germen del nacimiento del Barroco, que si superficialmente se considera como ruptura del ideal clásico propuesto por el Renacimiento, realmente constituyó la reacción al agotamiento de éste, ya anunciado por el Manierismo.




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